San SERVULO
23 de Diciembre
Hay gente que piensa que ser santo es muy difícil, que eso es sólo para privilegiados y que el común de los mortales nunca llegaremos a conseguirlo.
Pues están equivocados. Ser santo es más fácil que chuparse los dedos. No se necesita ser sabio, ni saberse el catecismo, ni hacer muchos viajes, ni andar muchos kilómetros cada día.
En realidad sólo se necesitan dos toneladas de amor a Dios y otras dos de amor a los demás. Las cuatro toneladas las da gratis nuestro Padre del cielo a quienes se las piden.
¿Os acordáis del rico Epulón y el pobrecito Lázaro? Pues nuestro santo pertenece a la estirpe de Lázaro.
San Sérvulo era paralítico desde niño. Todas las mañanas lo colocaban en el atrio de la iglesia de San Clemente en Roma y con las limosnas que recibía ayudaba a otros necesitados.
Le gustaba que le leyeran la Biblia y la escuchaba con tanta atención que llegó a aprenderse muchos libros de memoria.
Gran parte de su tiempo lo dedicaba a cantar salmos de alabanza y a dar gracias a Dios por todos los beneficios y bendiciones que había recibido de Él. Y eso, a pesar de los terribles dolores que sufría.
Su cuerpo está sepultado en la iglesia de San Clemente, donde tantas veces había pedido y que celebra cada año una fiesta en su honor.
Cuando lleguemos al Cielo, además de San Pedro, encontraremos un mendigo en la puerta. Y no nos pedirá dinero. Nos va a pedir dos toneladas de amor a Dios y dos toneladas de amor a los demás. Ya sabéis es San Sérvulo.
Celes Tino
No hay comentarios:
Publicar un comentario