23 de Enero
Ildefonso era miembro de una familia regia visigoda y sobrino de San Eugenio III, obispo de Toledo. Recibió una formación de aúpa y desde muy joven se sintió llamado a la vida monástica. Llegó a ser abad y participó en un par de concilios de Toledo.
Muerto Eugenio, obispo de Toledo, Ildefonso fue elegido para sucederle. Dicen que no quería aceptar el cargo de ninguna manera y tuvo que obligarle el rey Recesvinto.
Cuenta la leyenda que en la noche del 18 de Diciembre, Ildefonso con algunos curas y fieles fueron a la iglesia para cantar en honor de la Virgen María. Para su sorpresa encontraron la capilla con una luz tal que parecía la más bella luminaria jamás vista. Todos pusieron pies en polvorosa aterrados por aquella luz, excepto Ildefonso y sus dos diáconos que se acercaron al altar y encontraron a la Virgen sentada en la silla del obispo, acompañada de un séquito celestial entonando cánticos maravillosos. Hizo que se acercara Ildefonso y le impuso una casulla mientras decía “Tú eres mi capellán, recibe esta casulla que mi Hijo te envía de su tesorería”.
En la catedral aún se encuentra la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso.
Dejará su sede para ocupar una sede definitiva entre los santos el año 667 y sus restos, después de un tiempo, serían trasladados a Zamora, ciudad de la que es patrón.
Celes Tino
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