San BENITO de PALERMO
Le llamaban el negro, o también, el moro, porque era de una familia muy cristiana descendiente de esclavos. Ya desde jovencito tenía madera de santo de tal forma que, siendo adolescente, cuando guardaba el rebaño de su patrón ya le llamaban “el santo moro”
Muy joven aún ingresó en una comunidad de ermitaños donde destacó tanto por sus virtudes que, a la muerte del fundador, lo eligieron superior, hasta que el Papa decidió suprimir la comunidad.
Ingresó entonces, como lego, en los Hermanos Menores, desempeñando el oficio de cocinero. Seguramente debió ser tan buen cocinero como muchas de nuestras Emigrantes de Villacarrillo. Además seguía destacando en todas las virtudes por lo que, también aquí, fue elegido superior, a pesar de no ser cura, y destacó por su prudencia y gran caridad.
Cómo la Vida Religiosa lo que busca no es hacer sabios, sino santos, fue nombrado Maestro de Novicios porque está demostrado que la mejor manera de enseñar el camino de la santidad es siendo santo y nuestro Benito, el Moro, lo era sin lugar a dudas.
El olor a santidad no se puede esconder ni con el mejor desodorante, así es que, pronto, empezaron a frecuentar el convento para pedir consejo y ayuda no solamente los pobres, sino también curas, teólogos, prelados y hasta el mismísimo virrey.
El 4 de Abril de 1589 dejó de ser Maestro de todos para convertirse en San Benito de Palermo.
Celes Tino
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