LA ANUNCIACIÓN DE MARÍA
Al hombre le sobraba Dios y se lo quiso sacar de encima. Y se quedó sin paraíso porque sin Dios no hay paraíso. Es lo que significa el relato de Adán y Eva.
Una vez que Dios ya no está porque el hombre se ha alejado, el que estorba es el prójimo, el hermano así es que hay que eliminarlo también. Es el relato de Caín y Abel.
En realidad cada cual quiere ser el ombligo del mundo. O más que el ombligo. Primero yo, después yo y siempre yo. Ya tenemos la Torre de Babel. No se entienden porque todos tienen vocación de ombligo.
Negro panorama se le presenta a la humanidad. Luchas y rivalidades de todo tipo. Tumbar al otro para medrar yo. Y eso a nivel individual y colectivo.
¡Menos mal que Dios viene al rescate! ¡Menos mal que decide encarnarse en el ser humano para enseñarle que el camino de la felicidad pasa por reconocer el error, pedir perdón, tender la mano y devolver al otro el sitio que le corresponde que es justo el primer puesto!
Para eso Dios necesita de una mujer. La busca y la encuentra.
María es justo lo opuesto a Adán y Eva. Para María primero es Dios, después Dios y siempre Dio. Y ella… cuando Dios quiera.
También necesitará Dios de un hombre con la misma disponibilidad que María. Ese hombre será José.
Al arcángel Gabriel le ha tocado la lotería. Ya puede regresar contento a la presencia de Dios. Con el sí de María, con el sí de José nace la Sagrada Familia y se abren nuevamente para el ser humano las puertas del paraíso.
El ángel del Señor anunció a María. Y ella concibió por obra del Espíritu Santo. Hoy celebramos La Anunciación.
Celes Tino
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